APOYO A LAS VÍCTIMAS DE EFECTOS ADVERSOS DE LAS VACUNAS COVID-19
¿No eran efectivas y seguras? Que se lo pregunten a los miles de personas afectadas en todo el mundo. Desde aquí mi apoyo a las víctimas y sus familias.
Mi nombre es Silvano Baztán Guindo y estoy doctorado en Medicina.
Estoy editando este vídeo como apoyo a las víctimas de las inoculaciones inyectadas masivamente en el mundo desarrollado frente a la covid-19.
Hoy, sábado 13 de mayo, se ha elegido como fecha para recordar a las personas que han caído, tanto enfermas como fallecidas a resultas de haberse inoculado con una serie de productos génicos experimentales que se han hecho llamar falsamente «vacunas».
Esos productos que iban a ser seguros y eficaces, al menos eso decían y siguen diciendo los diversos palmeros de la ciencia con minúscula y nuestros gobernantes, y de cuya existencia y aplicación iba a depender la supervivencia de la humanidad ante unos «virus malvados» caídos de un pobre pangolín, lo que han demostrado realmente es su falta de eficacia y su inseguridad.
¿Eficacia? ¿Cuando se hace trampa a la hora de contabilizarla en los estudios oficiales con ese chiste de la Reducción del Riesgo Relativo y cuando a los pocos meses esa eficacia fantasma cae estrepitosamente hasta llegar a ser más contraproducente inocularse que no inocularse?
¿Y qué decir de la seguridad? Unos cuantos «locos» hemos hecho referencia continuamente a la actitud de las autoridades norteamericanas durante la campaña de vacunación masiva frente a la gripe porcina en 1976, cuando pararon inmediatamente la campaña tras haberse constatado 25 fallecidos a resultas de las vacunas. Y rodaron cabezas.
¿Qué ha pasado con la farsa covid? Tras las campañas de inoculación masiva, las cifras de muertos por todo el mundo, según recogen las agencias de farmacovigilancia, se cuentan por decenas de millares, y las de lesionados de diversa gravedad alcanzan 7 dígitos. Y aquí no pasa nada.
Como digo, existen multitud de casos de personas fallecidas y lesionadas por dichos productos, casos que claman al cielo… porque no pueden llegar a ser escuchados por las autoridades ni mucho menos por las empresas farmacéuticas que se han enriquecido ferozmente con la desdichada población que ha sido engañada.
Silencio, «mutis por el foro». No hay ni un estudio serio para averiguar la alarmante tasa de sobremortalidad generalizada en los países desarrollados. Parece que no interesa. Y sus familiares, compungidos, la mayoría callan ante el silencio de los médicos que no sospechan siquiera que las inoculaciones puedan tener que ver con esta dramática realidad.
Aquí se demuestra la verdadera actitud negacionista de un sistema que se autoprotege frente a la petición de transparencia y de estudios científicos sin la influencia de la industria.
Miles de millones de personas, engañados por la retahíla de falsas verdades con las que se han inundado los medios de comunicación, llenos de expertos, han puesto sus brazos y su salud en manos de unos desaprensivos que lo único que pretendían era sacar un beneficio crematístico. Un pastizal, en este caso.
En la mayoría de casos, han pedido ser inoculados; en otros, la presión laboral, el impedimento de viajar, no ser mirados como bichos raros y antisociales… han sido determinantes a la hora de decantarse por los pinchazos.
¿Quién reconoce el pesar de aquéllos que sufren tras someterse al engaño, tras creer en la buena voluntad de los científicos y gobiernos?
¿Aprenderemos algo de esta realidad?
Desde aquí llamo a la solidaridad con estas personas. Apoyemos a esas personas sin voz y sin fuerza para ser reconocidas y atendidas en su desamparo.
Y, mientras tanto, la vida parece que continúa inmutable. Ya están preparándose los embates electorales como si no pasara nada. Los políticos están demostrando una vez más que no tienen misericordia ni conocen el significado de la palabra.
No les sigamos el juego. Solicito un recuerdo sincero y el respeto para todas las personas afectadas por este drama todavía no reconocido por la sociedad.
Salud para ti y los tuyos.